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La diabetes se considera la enfermedad metabólica más prevalente a nivel mundial (8,5%), llegando a ser catalogada como un problema de epidemia global. Además, se estima que en 20 años aumente en un 48% su prevalencia, por lo que se considera, no solo un problema de salud, si no también económico y social.
Se han estudiado numerosos tratamientos en los últimos años, siendo el más efectivo la prevención primaria, ya que hasta el 80% de las úlceras en pacientes con diabetes se pueden prevenir.
Se ha demostrado que la educación del paciente puede prevenir eficazmente la aparición de complicaciones diabéticas en los pies. El objetivo de dicha educación es ampliar los conocimientos del paciente en el autocuidado de los pies, favoreciendo conductas que fomenten la autoprotección y su motivación, para conseguir una adherencia del paciente a este tipo de actuaciones. Para ello el educador, que debe ser miembro de un equipo sanitario, debe enseñar al paciente determinadas habilidades.
Hay que informar al paciente sobre su enfermedad, enfatizando en la importancia que tiene el autocuidado de sus pies para la prevención de la ulceración, e informarle de los riesgos que estas pueden conllevar para su salud.
La educación del paciente debe contener los siguientes aspectos:
- Lo primero que tenemos que determinar es si el paciente es capaz de realizar una inspección de sus pies. Para ello debe poder visualizar el dorso y la planta de su pie, incluso entre los dedos, si no es capaz debemos identificar a una persona que lo haga por él.
- Preste atención al aumento o disminución de la temperatura de sus pies o a la presencia de lesiones, como ampollas, cortes, rasguños o úlceras. También al aspecto de sus uñas como el color o el grosor.
- Lave sus pies a diario, también entre los dedos, con agua a temperatura ambiente (siempre inferior a 37 grados) y jabón neutro, después séquelos cuidadosamente, especialmente entre los dedos.
- Evite caminar descalzo, en calcetines o con zapatos de suela delgada, tanto dentro, como fuera de casa.
- Utilice un calzado adecuado, que se ajuste a la forma del pie y que no tenga bordes ásperos o costuras irregulares.
- El zapato debe tener un espacio interior suficiente, tanto a lo largo, como a lo ancho, con una diferencia de 1 a 2 cm entre la longitud del pie y la longitud interior del zapato. La anchura del zapato debe ser igual a la zona más ancha del pie. La puntera del zapato debe ser alta, permitiendo acomodar las posibles deformidades digitales que presente el paciente.
Para asegurar la anchura y longitud del calzado el paciente puede dibujar y recortar el contorno de sus pies en una plancha de cartón y que se asegure de que puede insertarlas en los zapatos.
- Debe tener una suela que proporcione amortiguación permitiendo una buena absorción de golpes durante la carga del pie. Esta puede ser flexible o endurecida, optando por una suela endurecida cuando exista déficit propioceptivo.
- Es importante que el zapato tenga una buena distribución de presiones plantares, para ello puede ser necesario el uso de ortesis semirrígidas, siliconas en los dedos o fieltros de descarga para evitar callosidades asociadas al aumento de las presiones, además del calzado terapéutico.
- El calzado debe tener cordones, excepto si el paciente no es capaz de manipularlos, en cuyo caso optaremos por velcros.
- Si decide comprar un calzado nuevo, hágalo en bipedestación y al final del día, ya que, debido al edema, los pies pueden hincharse con el transcurso del día.
- Utilice siempre calcetines y medias de tejidos naturales (lana, lino, algodón…), sin costuras, que no sean ajustados o a la altura de la rodilla y preferiblemente blancos, para identificar fácilmente la presencia de rastros de sangre en caso de lesión. Debe cambiar los calcetines diariamente.
- Revisar, visual y manualmente, el interior de los zapatos antes de calzarse para descartar la presencia de objetos extraños en el interior de este.
- No utilice calefactores ni bolsas de agua caliente en los pies si existe pérdida de sensibilidad, debido al riesgo de sufrir quemaduras.
- Utilice emolientes o aceites lubricantes para piel seca, pero nunca entre los dedos.
- Evite cortarse las uñas, en lugar de ello, límeselas horizontalmente con una lima de cartón. Si decide cortárselas, hágalo en línea recta, dejando un borde de uña de 1 mm. Si el paciente no es capaz, deberá acudir a un profesional.
- No utilice agentes químicos ni elementos cortantes para eliminar callos ni durezas, estos deben ser eliminados por un profesional de salud capacitado.
- Asegúrese de que un profesional de salud cualificado examine sus pies con regularidad.
- Debemos asegurarnos de que el paciente ha entendido la pautas y de que está motivado para llevarlas a cabo.
Además de las pautas previamente citadas, debemos informar al paciente sobre la importancia que tiene su estilo de vida en el desarrollo de su enfermedad. Debemos animarle a realizar una dieta cardiosaludable, controlar rigurosamente los niveles de azúcar, realizar ejercicio físico con regularidad, dormir más de 7 horas y que abandone el tabaco.
Susana Velasco Rodríguez-Rabadán, Podóloga y máster universitario en pie diabético por la Universidad Complutense de Madrid.
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